Unos cinco mil seguidores se movilizaron a Aeroparque, adonde llegó cerca de las 22,
luego de cuatro meses de ausencia; las agrupaciones kirchneristas marcharán mañana a
los tribunales de Retiro.
Muy sonriente y sacudiendo el brazo derecho para saludar a
la gente que se apretujaba contra las vallas para verla de cerca. Ésa fue la
primera imagen de Cristina Kirchner cuando llegó anoche, minutos antes de las
22, a Buenos Aires desde El Calafate.
Los militantes que fueron a recibirla al aeroparque
metropolitano -unos 5000 según la Policía de Seguridad Aeroportuaria; 30.000,
de acuerdo con La Cámpora- montaron una fiesta de bienvenida. Nada daba cuenta
de que la ex presidenta había vuelto a la Capital, a cuatro meses del final de
su mandato, para declarar como imputada ante el juez Claudio Bonadio en la
causa del dólar futuro.
Lo primero que vio al salir fue una columna de militantes
apiñados contra las vallas. En la primera línea había banderas de La Cámpora,
Martín Fierro, Unidos y Organizados y Los Irrompibles. También una rosa roja
gigante con un cartel de José C. Paz. "Llegó la jefa, la puta que los
parió" y "Vamos a volver", rugió la multitud, extasiada.
"Ustedes se quedan acá", les dijo ella a los
policías que custodiaron su llegada, en el extremo norte del Aeroparque, antes
de ir a saludar a los manifestantes. Entonces se desató el caos. La gente se
agolpó para tocarla y las vallas estuvieron a punto de ceder. Los policías las
sostuvieron a duras penas. El auto en el que salió, un Chevrolet Prisma blanco,
debió avanzar a paso de hombre, en un torbellino de militantes que se
abalanzaban sobre el vehículo. Sólo media hora después de llegar Cristina pudo
dejar el aeropuerto, rumbo a su departamento de Recoleta.
Había viajado en el asiento 4 D de la clase turista, al lado
de Mariano Cabral, uno de sus secretarios. También trajo a su perra Lola, una
caniche toy. En un sector reservado del Aeroparque la esperaban el ex
secretario general de la Presidencia Oscar Parrilli y la plana mayor de La
Cámpora.
a concentración de anoche fue sólo la antesala de la marcha
convocada para mañana en los tribunales de Retiro. Esa movilización podría
suspenderse, dado que la citación de Bonadio también está en duda: la Cámara
Federal porteña decidirá hoy sobre un pedido de recusación contra el
magistrado.
Más allá de esa definición, la ex presidenta enfrenta un
escenario judicial cada vez más complicado. A la causa por el dólar futuro, la
única en la que fue citada a declarar, se agregó el sábado el expediente sobre
el presunto lavado de dinero en la financiera SGI, La Rosadita, por el que está
detenido el empresario Lázaro Báez. El fiscal Guillermo Marijuan la imputó
después de escuchar la declaración de Leonardo Fariña.
El objetivo de la movilización es transparente: transformar
la citación judicial, que el kirchnerismo considera parte de una persecución,
en una demostración de fuerza, que revalide el liderazgo político de la ex
presidenta.
Al margen de la denominada "lista de unidad" del
PJ, La Cámpora cree que la movilización de mañana marcará una divisoria de
aguas en lo que fue, hasta el 10 de diciembre, el Frente para la Victoria
(FPV). Ante la posibilidad de que algún juez decida avanzar y hasta detener a
la ex presidenta, advierten que ya no hay lugar para la ambigüedad.
A la marcha de mañana convocan también sectores alejados de
la conducción de Cristina, como el Movimiento Evita; el Frente Transversal, de
Edgardo Depetri, y Miles, de Luis D'Elía. "Siempre vamos a estar al lado
de Cristina. La persiguen no por la corrupción, sino por las cosas buenas que
hizo para el pueblo", dijo a LA NACION el diputado Leonardo Grosso, jefe
de la JP Evita.
Los presidentes del PJ bonaerense, Fernando Espinoza, y del
PJ porteño, Víctor Santa María, también anunciaron que se sumarán a la
movilización de mañana. A excepción de Alicia Kirchner, no se manifestó ningún
gobernador.
Cristina Kirchner había salido a las 18.10 de su casa de El
Calafate; en un Renault modelo Fluence color champagne, junto a sus secretarios
y acompañada por dos camionetas de su seguridad, se dirigió al aeropuerto
internacional acompañada por una caravana de autos. La Cámpora había convocado
por las redes sociales a reunirse frente a la casa de la ex presidenta a partir
de las 16.
Minutos antes de que se iniciara la partida, un grupo
reducido de militantes cuestionaron la presencia de la prensa e intentaron
impedir el trabajo tapando con banderas la cámara de Todo Noticias. Un
camarógrafo de ese canal terminó en el suelo con su cámara.
El revuelo se trasladó hasta el aeropuerto de El Calafate,
donde Cristina accedió directamente a la sala de preembarque. Desde el primer
piso vidriado saludó a los manifestantes. Subió primera al avión y no aceptó
hablar con los periodistas. Tres horas después llegó al Aeroparque.
El último acto fue en su departamento de Recoleta. La ex
presidenta salió al balcón y desde allí volvió a saludar a la militancia. Eran
ya las 23,30.
LA NACION
Con la colaboración de Mariela Arias
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