El Papa
encabezó la misa en la Basílica de San Pedro en el Vaticano y pidió por los
chicos en la calle y bajo bombardeos.
"Dios
no se hace presente allí; no aparece en la sala noble de un palacio real, sino
en la pobreza de un establo; no en los fastos de la apariencia, sino en la
sencillez de la vida; no en el poder, sino en una pequeñez que sorprende",
aseguró el Pontífice en su cuarta Misa de Gallo como Papa, tras recordar la
noche de "alegría, gloria y luz" que simboliza la Nochebuena para el
catolicismo.
"Y para
encontrarlo hay que ir allí, donde él está: es necesario reclinarse, abajarse,
hacerse pequeño. El Niño que nace nos interpela: nos llama a dejar los engaños
de lo efímero para ir a lo esencial, a renunciar a nuestras pretensiones
insaciables, a abandonar las insatisfacciones permanentes y la tristeza ante
cualquier cosa que siempre nos faltará", sostuvo Jorge Mario Bergoglio, en
el día que se cumplen además 80 años de su bautismo.
"Nos
hará bien dejar estas cosas para encontrar de nuevo en la sencillez del Niño
Dios la paz, la alegría, el sentido de la vida", planteó el Obispo de
Roma, que antes de la misa saludó personalmente por Navidad, "como todos
los años", a su antecesor Benedicto XVI en el monasterio en el que vive
dentro del Vaticano.
Rodeado por
buena parte del cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, Francisco
pidió: "Dejémonos interpelar por el Niño en el pesebre, pero dejémonos
interpelar también por los niños que hoy no están recostados en una cuna ni
acariciados por el afecto de una madre ni de un padre, sino que yacen en los
escuálidos pesebres donde se devora su dignidad: en el refugio subterráneo para
escapar de los bombardeos, sobre las aceras de una gran ciudad, en el fondo de
una barcaza repleta de emigrantes".
"Dejémonos
interpelar por los niños a los que no se les deja nacer, por los que lloran
porque nadie les sacia su hambre, por los que no tienen en sus manos juguetes,
sino armas", agregó.
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Navidad
La
tradicional misa comenzó con el canto de "Gloria" y las campanas de
San Pedro repicando para anunciar el nacimiento del Niño Jesús. La celebración
tuvo, además, un emotivo homenaje a los bomberos que participaron de las tareas
de rescate tras los terremotos que afectaron Italia en agosto y octubre pasado:
fue uno de ellos, junto a un miembro de la Gendarmería vaticana, el encargado
de depositar la imagen del Niño Jesús en el pesebre donado por el gobierno
maltés que desde el 9 de diciembre adorna la Plaza San Pedro.
En ese
marco, el Pontífice recordó que "el misterio de la Navidad, que es luz y
alegría, interpela y golpea, porque es al mismo tiempo un misterio de esperanza
y de tristeza".
"Lleva consigo un sabor de
tristeza, porque el amor no ha sido acogido, la vida es descartada. Así sucedió
a José y a María, que encontraron las puertas cerradas y pusieron a Jesús en un
pesebre, 'porque no tenían sitio en la posada'. Jesús nace rechazado por
algunos y en la indiferencia de la mayoría", expresó Francisco.