Comunicado del Partido Obrero
Jorge Altamira, ante el
discurso de asunción de Cristina Kirchner
DISCURSO DE
ASUNCIÓN DE LA
PRESIDENTA CRISTINA KIRCHNER: ATAQUE AL DERECHO DE HUELGA Y
REAFIRMACION VERGONZANTE DEL TARIFAZO
El núcleo del
discurso presidencial de ayer es muy evidente: la reafirmación de un
tarifazo, que ni siquiera se animó a mentar, o sea vergonzante, y un ataque al
derecho de huelga.
La Presidenta no se animó a defender la decisión que
tiene estremecido hoy al país – que importará subas del 300% en las tarifas, ni
los cambios de manos en las compañías de servicios, que han anticipado el
tarifazo. Tampoco lo hizo con los impuestazos y tarifazos en las provincias
oficialistas y opositoras, ni con el que afecta a los salarios que superan el
mínimo no imponible. No hizo referencia, por otro lado, a la remilitarización
de los controladores aéreos, pero sí reivindicó la represión a los trabajadores
petroleros y docentes en Santa Cruz, violentando el derecho de huelga, cuando
solamente reclamaban un convenio colectivo de trabajo. Buscó asociar a Perón a
la oposición al derecho de huelga, cuando en realidad fue una resolución
escrita de la CGT,
en 1949, la que condicionó la declaración de huelga al veto del general Perón.
El tarifazo y
el ataque al derecho de huelga forman una pareja indisoluble, porque el primero
es inviable sin el segundo. El discurso tipifica a un régimen de bonapartismo
(tardío), que ya no encuentra justificación en la falta de una mayoría
parlamentaria, sino en la agudización de las contradicciones sociales.
La Presidenta volvió a reivindicar el carácter
patriótico del pago de la deuda usuraria, e incluso cuantificó en casi 100 mil
millones de dólares la carga que representó para el país – y hasta el arreglo
con los bonistas que no habían aceptado el canje. No dijo, sin embargo, que el
‘desendeudamiento’ con los acreedores internacionales fue logrado con el
endeudamiento con el BCRA, la
Anses, Pami y Banco Nación, que hoy poseen el 53% del total
de la deuda pública. La deuda pública aumentó, sin embargo, en 50 mil millones
de dólares; es, hoy, de 180 mil millones de dólares, un 45% del PBI – inflado
en términos de dólares, o sea mucho más de la mitad.
La Presidenta reivindicó también el desarrollo de la
educación, sin una palabra hacia el hundimiento de la pública a favor de la
privada. Reivindicó su condición de gobierno de derechos humanos, pero no
anunció ninguna medida que acelere los juicios cuya lentitud admitió. No
mencionó ¡para nada! la tercerización de la represión, los cinco mil
trabajadores procesados, la magnitud del gatillo fácil y los apremios y
torturas en las comisarías.
Aunque
esperada, es llamativo que haya reivindicado la ley de medios, a pocos días del
fracaso de una licitación que contemplaba al sector social o comunitario, por
su inaccesibilidad económica. Al monopolio privado tradicional se ha sumado un
monopolio oficialista pseudo ideológico, y además se ha reforzado el duopolio
d! e las comunicaciones con el acuerdo del oficialismo y Telefónica con
relación a Telecom. La ley de medios no ha producido ningún avance en materia
de libertad de expresión – sea política, cultural o de cualquier orden.
Las omisiones
del discurso presidencial ponen al desnudo, por un lado, la debilidad del nuevo
gobierno que nace sin embargo de una votación del 54.11% del electorado
activo. Las reivindicaciones del discurso subrayan, por el otro, la acentuación
de un método de gobierno presidencialista; de decreto; un gobierno que combinará
la confrontación contra las reivindicaciones de los trabajadores, por un lado,
y la demagogia social, por el otro.
Por último, la
reasunción del Poder Ejecutivo por parte de Cristina de Kirchner fue por lo
menos curiosa. Los militantes de la
Cámpora reivindicaban “la resistencia de los 90”, cuando el matrimonio
oficial impulsó el remate de YPF a precio vil y entregó el Banco de Santa Cruz
al mismo grupo que, en la gestión presidencial de CFK, ingresaría como
accionista en la petrolera, gracias a un contrato ruinoso que sacrifica la
inversión nacional al pago de dividendos. La Presidenta no
sorprendió, entonces, cuando reivindicó su oposición al gobierno de De la Rua mientras ignoraba el apoyo
fervoroso que brindó al tándem Menem-Cavallo, o sea al remate de empresas del
estado a cambio de títulos desvalorizados de deuda; al feroz endeudamiento
internacional de esa década; y a la convertibilidad que ofreció un seguro de
cambio a los especuladores. La
Presidenta quizás pretende que se la juzgue a la luz del
nuevo relato oficial, pero persiste en reivindicar la entrega de decenas de
miles de millones de dólares para frenar una corrida contra el peso con el
método clásico de Cavallo, y elevó las tasas de interés del BCRA, como lo haría
cualquier ‘neoliberal’, habilitando de este modo una nueva ‘bicicleta
financiera’ (elevadas tasas de interés en peso con seguro de cambio). Incluso
anunció la creación de una subsecretaría de Competitividad, a semejanza del
planteo de Cavallo, que implicaría condicionar los aumentos de salarios a
cláusulas de productividad individual.
Desde el
Partido Obrero, en el Frente de Izquierda, combatiremos el ajuste contra los
trabajadores, defenderemos el derecho de huelga y nos opondremos al sistema de
gobierno por decreto, con el reclamo de que la bancarrota capitalista la paguen
los capitalistas.
11 de diciembre, Jorge
Altamira (ex candidato a Presidente del Frente de Izquierda y los Trabajadores)