HESURMET S.A

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lunes, 12 de septiembre de 2011


Dos fuerzas bajo amenaza de
desintegración de cara a octubre

Son la Coalición Cívica y el Peronismo Federal. Mientras, el Frente Progresista puede consolidarse, al igual que el PRO. El oficialismo perfila disputas que vendrán.
 
Por Gabriel Profiti, jefe de la sección Política de Noticias Argentinas.

La debacle opositora del 14 de agosto podría llevarse consigo dos sellos políticos que se habían consolidado en los años del kirchnerismo y que llegaron a plantearse como espacios alternativos de poder: la Coalición Cívica y el Peronismo Federal.

Los magros resultados obtenidos por sus figuras presidenciales Elisa Carrió y Eduardo Duhalde en las primarias serán lapidarios con las estructuras que los sostienen en caso de repetirse –como todo indica que ocurrirá- el 23 de octubre.

Ambos espacios sobrellevaron en las últimas horas congresos partidarios para recuperar energías de cara al tramo final de la campaña, pero quedaron más interrogantes que certezas sobre el futuro de ambas coaliciones.

En sus anteriores postulaciones presidenciales, Carrió había obtenido el 14,05 por ciento de los votos en 2003 y el 23,04 en 2007. Esa parábola ascendente comenzó con su salida de la UCR , la creación del ARI y luego de la Coalición Cívica con la que se presentó 2007, cuando fue la opositora más votada. 

Posteriormente integró el Acuerdo Cívico y Social que hizo una buena elección en 2009, pero también decidió abandonarlo el año pasado y competir sin aliados en 2011. Acaba de recoger sólo el 3,31 por ciento de los votos en las primarias, lo que significó un duro golpe para su carrera política y para su partido.

Si el bajo nivel de acompañamiento se repite, sólo entrarían a la Cámara de Diputados, Patricia Bullrich por la Ciudad y quizá el primero en la lista de postulantes a la Cámara baja en Buenos Aires, el dirigente ruralista Mario Llambías. La CC pasaría de ser un bloque de 18 diputados a ser uno de 8.
Para colmo, esa fuerza estuvo perdiendo algunos soldados en las últimas semanas como la reconocida diputada Marcela Rodríguez -formó un monobloque- y es posible que el éxodo continúe. La propia Bullrich, que deslizó sus diferencias con la estrategia de campaña planteada por Carrió, basada en la cruzada 
anticorrupción, quedó en la mira. 

La diputada negó su pase al PRO como se rumoreó en los últimos días, pero sí promueve la integración de bancadas opositoras, con la base de lo que fue el Grupo A, lo cual no parece sencillo de amalgamar.
Lo que sí está claro es que agotada la estrella de Carrió, será difícil que un partido sin gran desarrollo territorial en municipios y provincias pueda llegar a reinventarse o sostenerse. No le ocurre lo mismo a la UCR pese a su mal presente. El radicalismo cuenta con estructuras locales y regionales sólidas y necesitaría un liderazgo nacional que pueda explotar su potencial. 

Derechas o izquierdas

El radicalismo, donde conviven progresistas y conservadores, no está bajo amenaza, pero tampoco tiene perspectivas inmediatas de expansión a la luz de la módica cosecha de Ricardo Alfonsín. Por derecha, el que parece destinado a sumar es el PRO de Mauricio Macri, mientras que todo lo que la UCR podría recoger por izquierda seguramente abrevará en las aguas del Frente Amplio Progresista que saldrá consolidado del 23 de octubre. 

Habrá que ver si la base creada por Hermes Binner tiene la luz de una bengala o si imita al Frente Amplio uruguayo, que llegó al poder tras décadas de fraguado político. En cambio, el Peronismo Federal tal como fue concebido ya no existirá. Las últimas encuestas indican que Duhalde no mejorará su desempeño del 12 por ciento obtenido en las primarias, lo cual también lo correrá del rol de referente de un sector político.

En ese contexto, la bancada del peronismo opositor que llegó a reunir a unos 30 diputados es hoy una entelequia. El propio jefe del bloque del PF en Diputados, Felipe Solá, ya anticipó su incomodidad con esa estructura.

Solá mantuvo esta semana una reunión con el gobernador bonaerense, Daniel Scioli, quien le ofreció a su sector incorporarse al posible futuro gobierno provincial. Raúl Rivara o Roberto Mouillerón, ambos diputados, aparecen como postulantes a cargos en el Ejecutivo bonaerense.
"Si el peronismo se corre a la izquierda no hay cómo ganarle", reflexionó Solá luego de las primarias y volvió a encasillar a la oferta del Frente Popular que encabeza Duhalde como de "derecha". Esa línea ideológica comenzó a cruzar nuevamente las distintas fuerzas y se plantea para los próximos tiempos políticos, más que aquella que vino dividiendo aguas en los últimos años, sobre todo desde la crisis agraria: kirchnerista o antikirchnerista. 

La profundización de ese escenario le interesa al PRO, el otro gran ganador electoral de 2011 y quedó reflejado en una de las tantas charlas que mantuvieron Duhalde, Jorge Macri y Emilio Monzó, hombre que encabezará el diálogo político en el próximo gobierno macrista. "La sociedad nos ubicó a la derecha es una 
realidad", le dijo Jorge Macri a Duhalde, quien se empecinaba en reivindicar su condición de peronista.

Las victorias suelen disimular diferencias. Lo que hoy es el kirchnerismo -como el peronismo desde los 70 en adelante- está compuesto por un sector renovador, cuya figura saliente es Amado Boudou, y otro ortodoxo, representado en algunos gobernadores peronistas como José Manuel de la Sota , Juan Manuel Urtubey o el propio Scioli. Cristina Kirchner no parece la síntesis de ambas corrientes que sí era claramente Néstor.
A medida que avance el próximo mandato esas diferencias irán resurgiendo con la pelea por el poder. Es probable, entonces, una nueva división del peronismo, aunque con otras figuras.

Buenos Aires, NA.

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