Amoris Laetitia (La Alegría del amor) es la nueva exhortación apostólica que escribió el sumo pontífice después de los dos sínodos de obispos en el Vaticano sobre la familia.
ROMA.- No hay ningún cambio de doctrina en Amoris Laetitia -La
alegría del amor-, la esperadísima exhortación apostólica que escribió el papa
Francisco después de los dos sínodos de obispos que hubo en el Vaticano sobre
los desafíos de la familia, publicada hoy.
No obstante, tal como se esperaba y en línea con el
documento final aprobado a fines de octubre pasado por la mayoría de obispos de
todo el mundo después de semanas de encendidos debates, el nuevo texto
magisterial de Francisco sí deja todas las puertas abiertas a una mayor
integración de los divorciados vueltos a casar, así como de todos aquellos que
participan de la vida de la Iglesia "de modo incompleto".
"Nadie puede ser condenado para siempre, porque esa no
es la lógica del Evangelio. No me refiero sólo a los divorciados en nueva unión
sino a todos, en cualquier situación en que se encuentren", afirma el Papa
en el capítulo 8 del documento, el más novedoso, titulado "Acompañar,
discernir e integrar", tres palabras clave para entender el nuevo enfoque
pastoral al que es llamada la Iglesia de Francisco.
Habemus Amoris Laetitia! Exhortación de @Pontifex_es sobre
amor en la familia - a las 12 Roma, 7 Arg termina embargo
pic.twitter.com/BLRo9aeKrz&- Elisabetta Piqué (@bettapique) 8 de abril de
2016
De 262 páginas en su versión en español, Amoris Laetitia,
sobre el amor en la familia, recuerda que "el camino de la Iglesia es el
de no condenar a nadie para siempre y difundir la misericordia de Dios a todas
las personas que la piden con corazón sincero". Dividida en nueve
capítulos y un total de 325 párrafos, la exhortación apostólica, que no caerá
bien en sectores conservadores, llama a evitar "creer que todo es blanco o
negro", y, significativamente, afirma que "ya no es posible decir que
todos los que se encuentran en alguna situación así llamada «irregular» viven
en una situación de pecado mortal".
En un lenguaje simple y directo, y de a tramos, también
poético -cita a Jorge Luis Borges, Octavio Paz, Mario Benedetti, Martin Luther
King, Erich Fromm y la película La fiesta de Babette-, el Papa habla como un
pastor que escuchó durante sus más de 50 años de sacerdote y obispo en Buenos Aires
historias reales de todo tipo. Reflexiona sobre el amor y, también, sobre sus
sombras, y sobre las dificultades concretas de las familias del mundo de hoy,
marcado por la "cultura de los provisorio", el narcismo, el ritmo
frenético, las dificultades económicas, la falta de trabajo, las guerras, las
migraciones, la violencia, la explotación.
Y, con inmensa humanidad, da consejos prácticos y concretos
para que las familias, gracias al amor de Dios, puedan superar los innumerables
desafíos y crisis que viven.
En el documento, en el cual también hace autocrítica y
admite que la Iglesia no supo transmitir la belleza del amor de la familia y
llama a una mejor preparación de los sacerdotes en cuanto a estos temas,
reafirma la indisolubilidad del matrimonio, que solamente es tal si formado por
un hombre y una mujer. Y reitera que las uniones entre personas del mismo sexo
no se pueden equiparar "simplísticamente" al matrimonio.
Las situaciones "irregulares", según el Papa
En el capítulo 8, que es el que más atención acaparó, trata
las denominadas "situaciones irregulares", el tema que más dividió en
los dos sínodos que hubo en el Vaticano, en octubre de 2014 y 2015. Allí, si
bien el Papa no da el via libre general a que todos los divorciados vueltos a
casar puedan tomar la comunión -algo que hasta ahora sólo podían hacer si viven
como hermana y hermano, es decir, sin tener relaciones sexuales-, ni dictamina
una nueva norma, tampoco cierra esa posibilidad. Al contrario, deja todas las
puertas abiertas. De hecho, asegura que después de recorrer un camino de
"discernimiento" personal y pastoral y de un análisis de cada caso
particular, la exclusión de los divorciados vueltos a casar puede superarse.
Los divorciados vueltos a casar no sólo no pueden comulgar, sino que tampoco
pueden ser padrinos de bautismo o confirmación, ni leer lecturas en misa, entre
otras prohibiciones, como el propio Papa destacó en una entrevista con LA
NACION, en diciembre de 2014.
En el texto, no obstante, Francisco no menciona esto.
Consciente de que sectores conservadores están obsesionados con la prohibición
de la comunión a los divorciados vueltos a casar, tal como había ocurrido en el
documento final del sínodo pasado, en Amoris Laetitia no aparece la palabra
"comunión".
Lombardi cuenta que #AmorisLaetitia ya fue enviada a obispos
del mundo con una carta manuscrita del #Papapic.twitter.com/TwubAQFcIq&-
Elisabetta Piqué (@bettapique) 8 de abril de 2016
"Los bautizados que se han divorciado y se han vuelto a
casar civilmente deben ser más integrados en la comunidad cristiana en las
diversas formas posibles, evitando cualquier ocasión de escándalo. La lógica de
la integración es la clave de su acompañamiento pastoral (...). Su
participación puede expresarse en diferentes servicios eclesiales: es
necesario, por ello, discernir cuáles de las diversas formas de exclusión
actualmente practicadas en el ámbito litúrgico, pastoral, educativo e
institucional pueden ser superadas", afirma. "Ellos no sólo no tienen
que sentirse excomulgados, sino que pueden vivir y madurar como miembros vivos
de la Iglesia, sintiéndola como una madre que les acoge siempre, los cuida con
afecto y los anima en el camino de la vida y del Evangelio", agrega.
Amoris Laetitia confirma la línea propuesta en el sínodo de
obispos por el grupo de teólogos alemanes, es decir, la del discernimiento de
las situaciones irregulares, considerando los casos particulares, más allá de
las normales generales, como indicaba Santo Tomás en la Suma Teológica. Al
respecto, sin pelos en la lengua el Papa sentencia que "sabemos que no
existen simples recetas".
"Si se tiene en cuenta la innumerable diversidad de
situaciones concretas, puede comprenderse que no debía esperarse del Sínodo o
de esta Exhortación una nueva normativa general de tipo canónica, aplicable a
todos los casos. Sólo cabe un nuevo aliento a un responsable discernimiento
personal y pastoral de los casos particulares, que debería reconocer que,
puesto que el grado de responsabilidad no es igual en todos los casos, las
consecuencias o efectos de una norma no necesariamente deben ser siempre las
mismas", afirma. "Los presbíteros tienen la tarea de acompañar a las
personas interesadas en el camino del discernimiento de acuerdo a la enseñanza
de la Iglesia y las orientaciones del obispo. En este proceso será útil hacer
un examen de conciencia, a través de momentos de reflexión y
arrepentimiento", agrega.
Es significativo que #AmorisLaetitia salga en pleno Jubileo
de la Misericodia, dice cardenal Baldisseri&- Elisabetta Piqué
(@bettapique) 8 de abril de 2016
Uniones gay versus matrimonio heterosexual
Al margen de citar los informes finales de los dos sínodos
que convocó en 2014 y 2015, en los cuales por primera vez se pusieron sobre la
mesa temas antes tabú, y a documentos de sus predecesores, en el texto el Papa
menciona varias veces partes clave de su primera exhortación apostólica
Evangelii Gaudium, La alegría del Evangelio.
Recuerda a los sacerdotes que el confesionario "no debe
ser una sala de tortura, sino el lugar de la misericordia del Señor", y
que la eucaristía "no es un premio para los perfectos, sino un generoso
remedio para los más débiles".
Más allá del llamado a una Iglesia que no condena, sino que
acompaña e integra, el documento probablemente no caerá bien en los sectores
gay. Sólo alude, casi al pasar, a las situaciones de las familias que tienen en
su interior personas con tendencia homosexual, confirmando el respeto a su
relación con ellos y el rechazo de toda injusta discriminación. Además,
reafirma que no se pueden equiparar las uniones gay con el matrimonio entre
hombre y mujer y destaca "el derecho natural del niño a tener una madre y
un padre".
El capítulo cuarto, titulado "El amor en el
matrimonio", es el más poético. A partir del llamado himno de la caridad
de San Pablo -«El amor es paciente, es servicial; el amor no tiene envidia, no
hace alarde, no es arrogante, no obra con dureza, no busca su propio interés,
no se irrita, no lleva cuentas del mal, no se alegra de la injusticia, sino que
goza con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo
soporta»-, reflexiona sobre el amor verdadero.
La convivencia familiar
Como ya hizo en sus catequesis, Francisco recuerda que
"nunca hay que terminar el día sin hacer las paces en la familia" y
que hay tres palabras claves para usar en la familia: "permiso, gracias,
perdón". También reflexiona sobre la dimensión erótica del amor, sobre la
vida sexual de los cónyuges y la virginidad. En el capítulo quinto, "Amor
que se vuelve fecundo", elogia a las madres, y destaca el papel de la
familia en el cuidado de los hijos y de los ancianos. En el sexto, subraya la
urgente necesidad de una mayor preparación de los curas en la pastoral
familiar, así como de los novios al matrimonio. El séptimo capítulo está
dedicado a la importancia de la educación de los hijos: su formación ética, la
educación sexual, que es necesaria, la transmisión de la fe.
En el noveno y último, "Espiritualidad matrimonial y
familiar", en una reflexión final, como en realidad hace a lo largo del
documento, Francisco subraya que no existen familias perfectas, sino que su
realidad es mucho más compleja. Y cierra el documento -el tercero, después de
La Alegría del Evangelio y la encíclica Laudato Sí-, con una oración a la
Sagrada Familia y un mensaje de esperanza más allá de las dificultades:
"Caminemos familias, sigamos caminando. Lo que se nos promete es siempre
más. No desesperemos por nuestros límites, pero tampoco renunciemos a buscar la
plenitud de amor y de comunión que se nos ha prometido".
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