HESURMET S.A

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jueves, 23 de junio de 2011

Otros días, otros dioses

(APe) El martes, cuando empiece el año nuevo, los mapuches rezarán para que pare la lluvia de cenizas. Tal vez ellos, que conocen los secretos del cielo y de la tierra, encuentren la palabra que los dioses esperan oír desde su exilio.
Mientras desde Buenos Aires no se habla más que de reservas, hotelería, cancelaciones, dólares y euros, pocos se acuerdan de que el sur viene de largos meses de sequía y de que las cenizas cayeron sobre una tierra exhausta.
Tampoco recuerdan que entre Cutral-Co y Zapala veinte comunidades mapuches viven casi exclusivamente de la agricultura y la ganadería y que además de quebrárseles los techos sobre las cabezas se les murieron más de la mitad de los animales y nadie sabe cómo van a hacer para que crezcan las semillas.
Ahora, que como siempre es tarde y urge rearmar la vida, los gobiernos, provinciales y nacional, dicen que los mapuches viven en lugares inaccesibles y la ayuda llegará cuando los caminos se vuelvan transitables.
Millones de toneladas de ceniza cayeron sobre los animales, sobre las casas, los caminos y los árboles. Pero el hambre vino a posarse sobre el hambre. La ceniza llovió sobre el polvo de la seca y el dolor otra vez cayó sobre el dolor.

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