Miércoles 23 de marzo de 2011
Comunicado de prensa
La culpa no la tiene el 'exhorto'
Por Jorge Altamira
No hay dos sin tres, dice el mito popular. Luego de los ‘paros' fogoneados por Pedraza y por Venegas -los dos para zafar, por distintas circunstancias, del encierro-, el jueves pasado se anunció la ‘gran Moyano': un multiparo del transporte para esquivar una conspiración que el jefe de
El gobierno nacional, como ya ocurriera con Venegas, reculó con disimulo luego de unas negociaciones de Moyano con De Vido.
Los sucesos relatados tuvieron que esperar la llegada del fin de semana para encontrar otra interpretación -de la mano de Verbitsky. El escribano oficialista aseguró que Moyano no tenía nada que temer del gobierno, el cual de inmediato decidió rechazar el ‘exhorto' suizo por defectos de forma. Lo ocurrido era sí una conspiración, pero de la derecha internacional contra el gobierno K. Frente a esto, se imponía más que nunca la unidad. Verbitsky comenzó a divagar sobre una ex jueza penal internacional, la suiza Carla del Ponte, quien, sin embargo, figuraba como emblema del ‘garantismo' internacional por haber llevado a juicio al serbio Milosevic y dejado de lado al masacrador Clinton, que había ordenado el bombardeo de Yugoslavia -como lo hace ahora Obama con Libia. Si se acepta esta interpretación, ‘la derecha' aprieta a CFK por donde luce más vuln! erable: los negocios de la burocracia, la corruptela, el latrocinio, el lavado de dinero. Esta versión explicaría el faltazo de Obama en su gira por Sudamérica y el ‘incidente' con el avión policial de Estados Unidos. En lugar de una crisis de la burocracia con el gobierno, tendríamos dos -la otra, cada vez más aguda, con la ‘derecha' internacional. Para conjurar estos designios, el gobierno K encubre las fechorías de la burocracia sindical. No cabe ya ninguna duda de que el crimen político contra nuestro compañero Mariano Ferreyra ha marcado una divisoria de etapas y ha señalado un período de crisis -e incluso de derrumbe- de la burocracia sindical.
La expulsión de la burocracia empresarial o patronal de los sindicatos no será, sin embargo, el resultado final de los procesos judiciales. Solamente puede serlo de la pelea consecuente de los luchadores obreros; nadie puede resolver esta tarea fuera de ellos.
La campaña electoral de 2011 no comienza signada por los resultados contradictorios de algunas provincias, sino por el desarrollo de una tendencia fuerte a la fractura del aparato oficial. El ritmo y vaivenes de este proceso dependerá de la marcha de la crisis económica (inflación, tendencia a la fuga de capitales) y de las luchas sociales y políticas correspondientes. A la luz de esta perspectiva, los trabajadores enfrentan el peligro de que la burocracia sacrifique los reclamos paritarios para salvar su pellejo y no al revés -como opinan algunos comentaristas- que la burocracia incentive los reclamos paritarios para negociar un salvoconducto oficial para sus delitos.
La culpa no la tiene el ‘exhorto' suizo (¿qué culpa tiene el tomate?, dice la canción), sino las contradicciones insalvables de la experiencia kirchnerista, la cual ya ha transitado por numerosos experimentos políticos para ir tirando -desde la alianza con Duhalde, luego con los radicales K, más tarde con la refundación del pejotismo y ahora con el ‘cristinismo'. El ‘proyecto' es una nebulosa de contenido capitalista que se fagocita a sí misma.
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