PROMESA
El chico al que todos conocen como el nuevo Messi
Tiene apenas 12 años y un futuro enorme. Se llama Thiago
Cruz Fernández, juega en el club Kimberley, actual campeón argentino de futsal
en primera división, y también en Vélez, donde se luce en cancha de 11.
Por Gustavo
Lenti.
Las comparaciones son odiosas. Siempre. Y por eso no es
correcto ponerle el rótulo del “nuevo Messi” a Thiago Cruz Fernández, un nene
de 12 años que la “rompe” en Kimberley al baby fútbol y futsal, y en Vélez, en
cancha de 11.
Pero es difícil no caer en la tentación de hacerlo después
de que uno lo ve en acción tirando rabonas como si nada, definiendo por arriba
de la cabeza del arquero con la facilidad de un jugador profesional o cuando
elude a cuatro o cinco rivales y termina convirtiendo el como Maradona frente a
los ingleses.
En el año 2015, jugando para el club Kimberley -actual
campeón argentino de futsal en primera división-, rompió varios récords al
conseguir 82 goles entre baby fútbol y futsal y en 2016 pegó 110 gritos en
alrededor de 50 partidos. Más de dos goles por encuentro. Una cifra fenomenal.
Thiago nació el 3 de abril de 2004 y empezó a tener contacto
con una pelota desde muy chiquito, a los cuatro años, fascinado por la
facilidad que tenía su hermana para jugar.
Ella, Delfina, también es crack: jugó en River y la
selección argentina de fútbol, todo en cancha grande, y ahora la rompe en
futsal, en donde también vistió la celeste y blanca.
En diálogo con Télam, Thiago cuenta que se divierte mucho
jugando al fútbol y que no se ve tan distinto a los demás.
“Me doy cuenta de que puedo hacer cosas que otros no, pero
también hay chicos como un compañero mío, Fabelo, que tiene mejor pegada que
yo. Y en Vélez hay muchos buenos”, cuenta con absoluta sinceridad.
Dice que en futsal puede jugar tanto adelante como atrás
-según lo que indique el DT- y que en el Fortín se mueve como delantero y a
veces como enganche.
En Vélez empezó a jugar hace dos años y cuenta que ahí
aprendió a utilizar “mejor el cuerpo porque a medida que uno crece empieza a
haber más roces”.
“Año tras año los partidos son más físicos y también me
pegan más. Mis entrenadores me dicen que tengo que largar más rápido la pelota
y saltar cuando me vienen a cruzar. Lo que me da bronca es que para mí el
fútbol es una diversión”, explica.
Y agrega un dato bien preciso y que sorprende bastante: “Una
vez me pegaron una patada muy fuerte y cuando me quejé con el árbitro, él me
contestó que no tire más lujos y listo”.
Naturalmente que los golpes los sufre él adentro de la
cancha y su mamá Verónica afuera.
Entonces, ambos, madre e hijo, llegaron a un acuerdo: tienen
una serie de señas para que “mamá” sepa que está bien.
Un fin de semana de los Fernández
A todo esto, ¿cómo es un fin de semana de la familia
Fernández? Fútbol, fútbol y más fútbol.
“El viernes a la noche nos sentamos y vemos todos los clubes
donde tenemos que ir. Thiago juega los sábados baby fútbol en Kimberley, los
domingos a la mañana en Vélez, a la tarde futsal, también en Kimberley, y a la
noche vamos a ver a Delfina. A veces no tenemos ni tiempo para almorzar”,
cuenta entre risas la mamá.
En la playa la rompemos
A la hora de los elogios, a su hermana Delfina se le cae la
baba tanto como a su mamá. “Thiago tiene una habilidad increíble. Hace que
cosas que sorprende, especialmente por la velocidad con las que resuelve las
jugadas”.
Y recuerda con una sonrisa pícara cuando se van de
vacaciones y en la playa de San Clemente desafían a chicos más grandes a jugar
un dos contra dos.
“Ven una mujer y un nene de 12 años y se ríen cuando les
decimos de jugar. Pero después se van con la cabeza gacha por el baile que se
comen”.
Thiago sueña con jugar en la selección y ganar un Mundial.
Ese sueño lo tuvieron muchos, pero uno en especial: Diego Maradona. ¿Se le cumplirá?
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