HESURMET S.A

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miércoles, 30 de marzo de 2011

Miércoles 30 de marzo de 2011

CARTA ABIERTA Y PEDIDO DE SOLIDARIDAD

Elsa luchadora imbatible


Marzo de 2011, Elsa recuperándose.

Qué arcilla, qué semilla generó esta materia

que protegió su prole contra toda inclemencia

Los agravios diarios templaron este acero

que hizo se sumara a otros como ella.

Los asesinos no saben con quiénes se metieron.

La emboscada de Barracas intentó acabar con las luchas de tercerizados del Roca y de todo el país. Escarmentar a los “piqueteros mugrientos” era la voz de orden de la burocracia sindical. La firme voluntad de Elsa, demostrada en decenas de luchas en estos últimos años, fue duramente puesta a prueba por el ataque de la patota asesina de Pedraza y la burocracia de la UF y Elsa está saliendo victoriosa.

Elsa Rodríguez, como tantos otros manifestantes, el 20 de octubre recibió una lluvia de piedras durante la marcha que cubrió esas pocas cuadras que van desde la estación Avellaneda a Barracas. Una de las piedras lanzada por la patota de la Unión Ferroviaria le había golpeado duramente un brazo. Luego que la Asamblea había acordado dar por finalizada la actividad, Elsa estaba a dos cuadras largas del epicentro de las agresiones, caminando hacia la Avenida Vélez Sarsfield rumbo a tomar el colectivo con otros compañeros cuando uno de los asesinos le acertó un balazo en la cabeza.

Elsa fue parte constitutiva del movimiento piquetero vital y solidario, que luchó desde el Argentinazo contra las calamidades que el capitalismo en quiebra imponía a los trabajadores; fue una de miles que con su inclaudicable presencia obligaron a las patronales nativas y al imperialismo a echar lastre otorgando en principio un “Plan Trabajar” de $200 cuando el dólar estaba uno a uno.

Elsa es uruguaya, vino a la Argentina a mediados de los ochenta, se instaló en el barrio Bustillo (en Berazategui) en una casilla, consiguiendo trabajo en un geriátrico, y luego empezó a trabajar en casas de familia. Siempre era ella quien bancaba el pan de sus hijos.

Cuando se incendió la casilla en la que vivía con sus siete pibes, la familia perdió todo: casa, documentación, papeles. Elsa y los suyos se quedaron sin nada; buscó ayuda en el gobierno, la municipalidad, las manzaneras. Nadie recibía ni ayudaba a una mujer con siete críos. Adonde iba le pedían los documentos de identidad que el incendio había devorado. De tanto andar conoce en su barrio a un militante del Partido Obrero y ahí se empezó a meter. El Polo Obrero, la organización de desocupados del PO, le abrió las puertas pero con una condición: todo lo que se obtenía era producto de la lucha con marchas y reclamos, no había padrinos “ni palenque ande rascarse”, había que crear de la nada una organización independiente del Estado y sus gobiernos. La mejor ayuda que Elsa recibió fue verse obligada a organizarse junto a otros con tantas o más carencias que ella. Se acercó al comedor “Caritas Felices” del Polo y colaboró en darle de comer a cientos, entre ellos a su propia familia. Las marchas y piquetes fueron una experiencia política directa con punteros, intendentes y gobiernos, De La Rúa, Duhalde, Kirchner. Allí empezó a crecer y se fue destacando como organizadora de su barrio, fue parte de la dirección del Polo Obrero de Bustillo y más adelante se incorporó a la dirección del Partido Obrero de la zona.
Desde entonces, fue infaltable en las movilizaciones y luchas donde se defendieran los derechos obreros.

Elsa, que es madre coraje y por supuesto un ejemplo de convicciones, fue tentada muchísimas veces por los punteros de Mussi cuando era intendente de Berazategui, para que se sumara a la red municipal. Sus hijos cuentan el asco visceral que expresaba frente a los intentos de cooptación, siempre rechazó “vender su militancia”. Gisela, una de sus hijas, cuenta cómo se enojó una vez que osó reprocharle no haber aceptado esas ofertas, “con las necesidades que padecía toda la familia”. Elsa le preguntó si creía que ella era una corrupta vendida y no le habló por un mes.

Elsa completó la escuela primaria en Uruguay, con esas herramientas educó y sostuvo sola a sus siete niños, estaba indocumentada, tenía trabajos precarios, 3 veces por semana limpiaba casas a diez mangos la hora, con su espíritu indomable volvió a levantar su casilla y hasta el día en que fue mal herida tenía bajo su cargo a tres de sus trece nietos. Por su carácter independiente no dispuesto a poner rodilla en tierra, recién décadas después y balazo mediante en la cabeza, el Consulado Uruguayo le facilitó el trámite para tener su documentación.

Desde que fue internada en el hospital Argerich sus compañeros de militancia montaron guardias multitudinarias durante las 24 horas, la inmensa movilización popular, la solidaridad incluso internacional, la firme presencia de su propia familia día y noche y su inquebrantable voluntad, lograron pasos fundamentales para su recuperación.

La recuperación de Elsa Rodríguez está recorriendo el camino de las victorias populares. Elsa está trabajando intensamente para recuperar todas sus aptitudes físicas y motrices. Actualmente padece afasia (incapacidad del habla) y hemiplejía en la parte derecha de su cuerpo. Su ánimo es excelente y recibe con gran alegría la visita de los compañeros. Es plenamente conciente de que hemos estado juntos a ella cada día estos cinco meses.
Junto a la pelea contra las graves secuelas que dejó en ella el ataque de la patota de la Unión Ferroviaria, está la pelea por transformar también las condiciones precarias de vida que ya padecía, igual a la que sufren miles de trabajadoras y trabajadores que carecen de cobertura médica, asistencia social y viviendas dignas, pero para Elsa ahora se agravan sus condiciones de existencia por la hemiplejía que la afecta. Su recuperación requiere de una continuidad en el tratamiento terapéutico en su casa y, por lo tanto, de la construcción de una vivienda especialmente acondicionada, que una cuadrilla del Polo comenzó a levantar con materiales conquistados al Estado.

Se ha lanzado una colecta solidaria que recorrerá barrios, fábricas y facultades, para solventar los gastos que demanda su recuperación. Se ha habilitado una cuenta bancaria para todos los que quieran colaborar:
Banco Credicoop, cuenta Nº 191.001.050914.2.

Para transferencias: CBU 1910001855000105091428

Su recuperación es una bandera popular y un mazazo para quienes creyeron que con una bala terminaban con su lucha.

lisandromartinez47@yahoo.com.ar

VILMA BAGNALASTA

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